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AMENIDADES EN POESIAS: " LA ACEITUNA" Por D. Luís Serrano

La aceituna

Mis dedos sobre el tecleado
evitan boligrafiar,
el ordenador más rápido
me permite conectar
pudiendo pensar más libre
pues si no me gusta, tacho
y a otro lado a molestar.

Las lluvias de primavera
hicieron que me asomara
pegadita a mi pedúnculo
para ponerme a soñar.

Estaba el campo muy verde
y era un clamor de sonidos,
entre luces de colores
el viento me hacia bailar.

Cada día que pasaba
notaba que me engordaba
y tomaba precauciones
para hacer que la tordaña
no me picara con ganas
y me echara de este mundo
sin dejarme madurar.

El Agosto y sus calores
me arropaban y evitaban
que pájaros más glotones
no me dejaran sudar
y las tormentas de piedra
hacian que me cobijara
confundida entre las ramas
sin dejarme levitar.

El Otoño con su lluvia
llenó de agua mi barriga
y aquello que me estorbaba
en hueso quedó encerrado
para evitarme dolores
y sufrimientos afines
cuando a palos me arrojaran
del árbol que me había criado.

Antes de ponerme negra
con la mano me sacarón
para ponerme en salmuera
y cascarme en dos pedazos
para hacerme más sabrosa
y asi pasar al estomágo
de los que con gran cariño
se apoderaban de mí
para alegrar sus comidas,
haciéndolas más sabrosas.

Cuando me quedé más sola
empecé a ponerme negra
pues se acercaba la hora
de que cayera a la tierra
para una vez molturada
poner el aceite a un lado
y al otro lado la mierda.

Recuerdo de mi niñez
aquellas mañanas frias
con calles llenas de nieve
y las escuelas vacias.
Mi abuelo a paso muy lento
me llevaba a la almazar
y al calor de su caldera
mientras el aceite fluía
me tostaba un poco pan
que en el liquido metía.

Ese pan pringando aceite
no lo he olvidado en mi vida,
los cagarraches ponían
capachos sobre la prensa
y el agua de la caldera
separaba aceite y agua
que dejaban caer a un pozo
para con tranquilidad
esperar se separarán.

Otros obreros echaban
a paladas, la aceituna
bajo unos rulos de piedra
que en masa la convertian.
Esa masa iba a la prensa
y en el capacho quedaba
una masa sucia oleosa
que se apilaba en un troje
para enviar una orujera.

Con química de por medio
el aceite se sacaba
y la masa que quedaba
una vez seca se echaba
a la caldera que nunca
dejaba de arder sin llama.

El aceite, separado
en depositos se echaba.
El agua semi mezclada
sucia y obscura servía
para que con sosa caústica
las mujeres con sarten
en jabón la transformaran.

Hoy ya no se yo lo que pasa
aceite se saca más,
la mierda desaparece
como por arte de magia,
y al salir de la almazara
que ahora se llama yá , fábrica
la gente sale sin manchas
el aceite no se huele
y echa de menos el pan
que mi amuelo me mojaba
en las mañanas de nieve
con las escuelas cerradas.

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