EL RINCON DE CHENCHO: "PAKISTÁN DESPUÉS DE LA MEZQUITA" Por D. Inocencio Arias
El líder de la madrasa o seminario religioso ha preferido inmolarse proclamando que su martirio serviría para agitar la conciencia de la población ante un Gobierno corrupto. El problema inmediato es si el ejemplo se propagará entre el sector de madrasas extremistas que proliferan sobre todo en la frontera con Afghanistán y que también campan por sus respetos obligando a cerrar las barberías de la zona, etc. El presidente de la República, Musharraf, desde su golpe de Estado de hace seis años, viene practicando una política ambigua. Ante las presiones occidentales y del sector laico pakistaní ha detenido a talibanes y agitadores pero, por razones de política interna, ha cerrado con frecuencia los ojos ante desafíos de la autoridad a cargo de los fundamentalistas y ante la proliferación de madrasas que reciben armas y en las que se predican doctrinas inquietantes. Su dependencia, en el juego político local, de la derecha religiosa empieza a ser peligrosa. Aliarse con el partido de Benazir Bhutto o con otros parece una píldora difícil de tragar. Pueden exigirle determinadas condiciones para las elecciones y que deje de acumular cargos.
La actitud inmediata de Musharraf hacia las madrasas esquivas —¿les obligará a respetar la ley o seguirá con los paños calientes?— va a influir en el futuro del país, que alarma a los vecinos y a Occidente por varias razones: Pakistán tiene la bomba atómica, es probablemente la madriguera en la que se esconde Ben Laden y buena parte de los terroristas que han golpeado a Gran Bretaña recientemente habían viajado a aquel país recientemente.
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