Blogia
Punto de vista. El blog de TuOpinas.

PUNTO DE MIRA

Puerta para Moratinos


EL lamentable episodio de la repatriación de una parte de los españoles apresados en Chad es la gota que colma el vaso de la incompetencia del Ministerio de Asuntos Exteriores. Al margen de la responsabilidad en que hayan incurrido los tripulantes del avión fletado por la ONG francesa Arca de Zoé, España es un estado soberano cuya representación no puede quedar en manos de un jefe de Estado extranjero, que ha tenido el gesto de traer a Madrid en su avión, camino de París, a las cuatro azafatas españolas. En cuanto a los pilotos, se desconoce aún cuál es el futuro que les espera en un país cuyas garantías procesales no están acreditadas para juzgar un caso tan complejo como el presunto secuestro de menores bajo apariencia de una operación humanitaria. La implicación personal de Nicolas Sarkozy contrasta con la pasividad de Rodríguez Zapatero y la ineficacia absoluta del Gobierno. Miguel Ángel Moratinos es una persona afable y de trato correcto, pero ha confirmado en los últimos días su manifiesta incapacidad para seguir al frente de la diplomacia española. El ministro, pura y simplemente, no da la talla. Obligado a ejecutar una política exterior impropia de una potencia de nuestro nivel, el equipo de Exteriores no logra ni siquiera guardar las formas. Mientras las relaciones hispano-marroquíes alcanzan un punto de máxima tensión y el Reino alauí llama a consultas a su embajador en Madrid, Moratinos disfruta de su «tiempo libre» en Marruecos, asistiendo a una gala flamenca de Juan Peña «El Lebrijano». En el asunto de Chad no se le ha ocurrido que sería oportuna su presencia en ese país, a diferencia del jefe del Estado francés, que ha dedicado muchas horas a una gestión culminada con un éxito para su liderazgo político y diplomático, al tiempo que practica la generosidad hacia el Ejecutivo español.
Moratinos es un ministro de bajo perfil político en el marco de un Gobierno cuyo presidente rehúye la política exterior siempre que puede. La consecuencia es una notoria pérdida de la influencia de España en el mundo: Estados Unidos no quiere saber nada de La Moncloa, jugamos en segunda división dentro de la Unión Europea y fracasan una tras otra las apuestas personales de Zapatero, que ni siquiera ha sabido encauzar ante Rabat la histórica visita de los Reyes a Ceuta y Melilla. Al titular de Exteriores le fallan incluso sus propios proyectos. El «plan África» no ha servido para nada, como se demuestra ahora de forma evidente. La retórica sobre la cooperación al desarrollo no sirve de nada si los hechos no confirman las buenas palabras. El estado lamentable de las sedes diplomáticas y consulares en muchos países africanos -entre otros, Mauritania, Angola o Ghana- es buena prueba de la desidia de un departamento incapaz de ejecutar su propio presupuesto para mantener el decoro exigible en nuestras legaciones. Es fácil comprobar que el «anexo de inversiones» del Ministerio de Asuntos Exteriores anuncia proyectos que nadie se molesta en llevar a la práctica mientras se gasta el dinero en obras improvisadas y no siempre oportunas. Es frecuente que se envíe a estos países a funcionarios sin experiencia, y faltan muchas veces los medios más elementales para desarrollar una presencia activa. Cuando llegan los problemas, la consecuencia de tanta torpeza es el deterioro de la imagen internacional de España. Francia tiene que hacerse cargo de nuestros nacionales en Yamena, en una situación que era impropia -y todavía lo es, en el caso de los pilotos- de unos ciudadanos de la UE que merecen las garantías propias de un Estado de Derecho.
El ministro de Asuntos Exteriores de un país importante no puede estar de «puente» mientras están en juego los intereses de la nación, ya sea en asuntos de largo alcance, como Ceuta y Melilla, o en circunstancias particulares pero muy sensibles de cara a la opinión pública, como ocurre en Chad. No puede justificarse toda una legislatura con ocurrencias como la «alianza de civilizaciones» y amistades con dictadores de segunda fila. Moratinos ha pretendido esta vez eludir su responsabilidad y dejar el asunto en manos de sus subordinados, culminando así una pésima gestión al frente de la diplomacia española cuya única salida es el cese o la dimisión.

PUNTO DE MIRA: " La pereza viaja en diligencia" Por Sabomin

 A Zapatero le ha perdido su falta de fe en el esfuerzo, el tesón, la autoridad y el trabajo: es un vago

Los siniestros comunicados del diario Gara ponen de manifiesto cuántas facilidades se daba José Luis Rodríguez Zapatero. Tras el asesinato de los ecuatorianos en el aeropuerto de Madrid, aún andaban los funcionarios del Gobierno regateando con los terroristas sobre Navarra. Ahora ya no importa. Toda esa basura moral no es sino la constatación de que Zapatero no sabe trabajar con seriedad. Se guía por la ley del menor esfuerzo: creyó poder negociar contra la oposición, es decir, contra diez millones de españoles, y con una mano a la espalda.


La ingenuidad de Zapatero, o su frivolidad, tanto en este asunto como en la Alianza de Civilizaciones, la Memoria Histórica o el Estatuto catalán, obedece a una escasa preparación para el sacrificio, unida a la pereza intelectual que le impide analizar asuntos que exigen esfuerzo, trabajo, tesón, unidad y sacrificio. Zapatero comparte un peculiar defecto con muchos de sus coetáneos: no admite que haya problemas irresolubles, o que solo los resuelven el tiempo, el estudio, la fatiga, la obstinación.

CUANDO DE niños leemos cuentos y novelas, o vemos películas y series televisivas, construimos nuestra capacidad de intelección con las herramientas que nos ponen a mano. Hasta mucho más tarde no accederemos a otros útiles más críticos que nos permitan calificar todo lo anterior de fantasía. Muchos niños ya no vuelven a leer ni a estudiar en su vida, su intelecto permanece anclado en un mundo donde lo más difícil parece posible. Los niños antiguos escuchaban las hazañas de los héroes y sus sacrificios, los modernos nos educamos con relatos de esfuerzo y tenacidad como los de Dickens o los de Julio Verne, pero a partir del dominio del espectáculo sobre la realidad, los relatos para inmaduros detestan el esfuerzo y el sacrificio. Incluso las mejores lecturas, como las del joven Potter, dan por sentado que los problemas se arreglan mágicamente. Es un delirio que los psiquiatras infantiles diagnostican cada vez con mayor frecuencia en niños y muchachos que se creen omnipotentes, superhéroes.


El paso de la pereza de vicio a virtud tiene una historia corta. El valor de la pereza es un invento posterior a Marx: fue su yerno el primero en escribir un tratado sobre El derecho a la pereza, pero todavía no se apartaba de la sensatez de la clase media europea. La conquista de las vacaciones y finalmente la imposición de una inactividad muy rentable para el sistema económico, han hecho de aquel derecho a la pereza una verdadera caricatura. Desaparecida la pereza que podía reivindicar un marxista del ochocientos, convertida en una obligación anual llamada ocio que casi arruina a las familias y da beneficios gigantescos a las empresas, la pereza que se reinventa en los años setenta es de otro calado. Los movimientos libertarios odiaban el trabajo, y basta repasar los cómics de la época para constatar hasta qué punto se insultaba, se humillaba y se hacía befa de cualquier trabajador, físico o intelectual. Los okupas siguen en esa estela de ridiculización del trabajo.


No es extraño que tanto Tony Blair como Nicolas Sarkozy, (los primeros políticos europeos en asumir que la guerra fría ha terminado) se esfuercen por dignificar el trabajo y, naturalmente, remunerarlo. Para los okupas, para los hippies de los setenta, para los mafiosos de barrio, para algunos grupos libertarios, los que trabajan son idiotas. La figura del pobre hombre que va al trabajo con su cartera o su maletín, o el empollón de la clase, son figuras grotescas en casi todas las series de la televisión española. En nuestro país, al descrédito del trabajo se le une un señoritismo ancestral: la vagancia del hidalgo muerto de hambre.


La recuperación del trabajo como actividad moralmente encomiable es una novedad. También lo es el intento de restaurar la autoridad, otra víctima de Mayo del 68, sobre todo en colegios e institutos, aunque en ese terreno ultraconservador va a ser mucho más difícil avanzar. A la nefasta influencia televisiva se une la envilecedora y machacona presión de la publicidad, la peor de las manipulaciones a la que están sometidos los niños. Proponer la recuperación del trabajo como un derecho a la dignidad y de la autoridad de los maestros como un valor moral es una tarea casi suicida. A los beocios les parecerá una propuesta de derechas, pero lo triste es que desde el siglo XIX había sido una reivindicación de la izquierda. Se la dejó arrebatar por los aristócratas del 68, como tantos otros valores que han ido desapareciendo por el sumidero relativista de la posmodernidad.

AHORA podemos volver al comienzo, al delirio del superhéroe como síntoma de pereza. Algunos problemas, como el del fascismo en el País Vasco, no tienen más solución que la resistencia colectiva. Sus antecedentes, las guerras carlistas, nos persuaden de que es algo endémico, como los conflictos cainitas de los árabes o de las tribus balcánicas. Eso no quiere decir que no deba intentarse encontrar una salida, pero quien lo intente ha de saber que solo mediante el esfuerzo, el tesón, la autoridad, el trabajo, muchísimos años y otros valores detestados por la progresía se podrá vencer a los terroristas.

A Zapatero le ha perdido su falta de fe en tales valores: cree ser omnipotente, pero es un vago.

PUNTO DE MIRA: "Españolitos descafeinados"

PUNTO DE MIRA: "Españolitos descafeinados"

AL MARGEN DE QUE TE CONSIDERES (O NO) MUY ESPAÑOL, QUE SEAS AFÍN A LA DERECHA O A LA IZQUIERDA, O QUE PASES AMPLIAMENTE DE NUESTROS ILUMINADOS Y DESINTERESADOS POLÍTICOS, SEGURISIMO QUE LO ENTENDERÁS: ESCRITO PUBLICADO EN UN DIARIO GRATUITO DE MADRID.       

                  LA VIDA DE UN EMIGRANTE 

¡Qué suerte! Mi hija ya va a la guardería, antes que cientos de niños españoles, gratis y sin esperar cola.

Estoy de enhorabuena, me concedieron un piso hace 5 años pagando muy poquito dinero, pasados esos años, lo he vendido y me he llevado a mi país toda la plata y los pobrecitos españoles tendrán que trabajar más para pagar tres veces más y que no se lo den, aunque a decir verdad, para algo tengo más puntos que ellos y si encima denuncias a tu marido por malos tratos, ¡creo que ya te dan la pera de ellos!

¡Ayer me regalaron el abono transporte!, me vendrá bien ahorrar esos 50 euros.

Actualmente, aunque me encuentro cobrando la prologa del paro (REMI), otros 6 meses más por ser extranjera, tengo intención de convertirme en trabajadora autónoma, ya que me han dicho que los 5 primeros años estamos exentos de impuestos.

Ahora ya soy trabajadora legal y aprovechando esa ley de reagrupación familiar, podré traer aquí a mis 7 hijos y a mis papitos que van siendo muy mayores para que les cuiden en una residencia de esas que son gratis, ¡ah! también a mi hermanito que allí esta enfermo, que me han dicho que montándotelo bien te dan una ayuda indefinida por incapacidad.

Fíjate si serán solidarios los Españolitos, que sabiendo que nosotros somos una población mucho más joven que la de ellos, con seis hijos más de media, ya nos dejan votar en las siguientes selecciones para que podamos gobernar en unos años el país, pero que majos son. ¡Es que son tan generosos!

¡Lo que no entiendo es por qué se nos dice que contribuimos a la inseguridad!, que se hubiesen preocupado de esas personas que blanquean sus antecedentes penales por 100 euros en las comisarías de sus países de origen para poder entrar en España, además, los que delinquen son bastantes menos de lo que la gente se piensan, ya que somos muchos los nacionalizados, y oficialmente figuramos ya en la lista de españoles, por lo tanto no creo que sea justo que ahora siendo ya Españoles se nos tachen de ello.

También nos dicen que estamos formando guetos, y no es cierto, abarcamos ya todos los barrios de las distintas ciudades, ellos son los que se deberían de preocupar de no crearlos. Que cada vez van siendo menos y nosotros más, fíjate, hasta dicen que no ponemos de nuestra parte para integrarnos en este país, que se integren ellos, ¡que nosotros cada vez somos más y no tenemos necesidad de abandonar nuestra cultura!

Quiero tener muchos hijos aquí, no entiendo como este país tiene la tasa de natalidad tan baja con la cantidad de ayudas que recibimos, ¡Ah! y ya se a quien elegiré en mis primeras elecciones. Ya somos "6 millones" y aquí no ha pasado nada.  

Quizás, sea lo que nos merecemos. Al paso que vamos entre nacionalista peseteros, y lo que este gobierno permite entrar, para sentirse español tendremos que ir a un tablao japonés. ¡Ah! Una adivinanza: ¿A quien votarán en las próximas elecciones generales, estos que nos llaman españolitos…?

PUNTO DE MIRA: ""Mayo, 1937: La desmemoria histórica" Por D. Fernando Garcia de Cortazar

PUNTO DE MIRA: ""Mayo, 1937: La desmemoria histórica"  Por D. Fernando Garcia de Cortazar

No hace falta acudir a las últimas películas bélicas de Clint Eastwood para saber que con la conmemoración de ciertos sucesos trágicos puede obtenerse el efecto contrario al públicamente confesado. Ha ocurrido así demasiadas veces. Hilvanados de manera afectiva y dolorosa, al abrigo de dudas y revisiones, a menudo, los monumentos, los cenotafios, los minutos de silencio… no dicen: "para que no olvidemos". Dicen: "para que no recordemos". No son una requisitoria para conocer y dar a conocer los hechos en su incandescente realidad. Son una selección parcial y autocomplaciente de los acontecimientos.

Hablo de la frágil frontera que hay entre la conmemoración y el olvido, entre el culto a los muertos y la tergiversación del drama que se llora, porque, desde hace tiempo, la sociedad española vive la inflación de una memoria que se ha designado a sí misma con el benevolente adjetivo de "histórica". Una pasión retrospectiva que nos ha conminado a la rememoración obsesiva de la guerra civil. Y no para despertar tras la amnesia, como dice la izquierda intelectual y política, sino para consagrar una visión profundamente maniquea y distorsionada de los acontecimientos.

Luz deslumbrante de romanticismos, nada más fácil hoy que entender 1936-1939 como una guerra entre un único culpable, encarnación del mal y el fascismo, y una riquísima legión de inocentes, encarnación del bien y la democracia. Nada más cómodo que trazar una línea divisoria entre los crímenes cometidos en uno y otro bando: mientras en el franquista serían el resultado de una calculada política de exterminio en el republicano se diluyen en una supuesta reacción del pueblo oprimido. Nada más fácil que hacer del bando acaudillado por Franco un monolito de lo grotesco y lo asesino. O sugerir que las iglesias sólo eran atacadas cuando los fascistas las utilizaban como fortalezas.

Digámoslo una vez más: identificar la democracia con los republicanos es, además de un mayúsculo anacronismo, una gran falla histórica. Socialistas, anarquistas, comunistas, revolucionarios del POUM… no combatieron en defensa de la legalidad republicana, que consideraban de papel, sino por la construcción de una sociedad y un país distinto al demoliberal de 1931. Lucharon por… una revolución, ilusión que no sólo acompaña su historia: es constitutivo de ella. Todos ellos, además, siempre se gloriaron de lo que querían ser y, por consiguiente, llegarían a ser.

En el siglo XIX el ejército inglés tenía una compañía que recogía los huesos de los campos de batalla europeos para molerlos y usarlos como fertilizante. Bien: conjurar la faceta revolucionaria de un sinfín de combatientes republicanos no sólo significa borrarles el rostro, arrebatarles el nombre y la promesa, negarles su ser y sus siglas, hurtarles su alma prometeica. No sólo supone convertirlos en abstractos defensores de aquello que siempre fue objeto de sus detracciones: el universo burgués. También supone reutilizar la fisonomía democrática que les dibujamos como fertilizante de nuestras actuales refriegas políticas.

Ni que decir tiene que este revisionismo sentimental a base de mentiras descaradas es un factor utilísimo para la izquierda hoy en el poder, que ha sido quien ha lanzado la ofensiva. Sobre todo porque se declara única heredera de una tradición y un pasado que se quiere presentar como valor intrínseco, como nueva religiosidad. Sobre todo si felizmente se logra identificar a la derecha actual con el negro fantasma del franquismo. Como si disfrazarnos con las máscaras del ayer o responsabilizarnos los unos a los otros de fusilamientos y bombardeos equivaliera a establecer los hechos y situarlos en su contexto. Como si decir que la narración de la historia corresponde a la ley fuera algo tan inofensivo como una vuelta en un tiovivo. Recuérdese el exilio. Recuérdese los fusilamientos franquistas. Recuérdese Guernica. Hágase contrición. Pídase perdón…

Sólo podemos enfrentarnos a la verdad que se oculta tras el luto nacional liberándonos de las abstracciones, sólo hacemos justicia a los combatientes si los recordamos tal como fueron, si escribimos su nombre, todos los nombres, yendo hasta el final del drama.

Pero la vía de la memoria histórica es otra. Lo documenta el silencio que ha rodeado a mayo en su aniversario, Barcelona en sus violentos combates entre anarquistas, miembros del POUM y comunistas. Porque los sucesos de mayo de 1937 son más importantes de lo que podrían parecer a simple vista. Separan la realidad del mito. Y reflejan dos hechos sobre los que existe un claro consenso historiográfico. Primero: la República que nació el 14 de abril de 1931 había muerto antes de que acabara la guerra civil. Segundo:en el bando republicano, bajo el estandarte unificado de su carácter resistencial al fascismo, además de la llama apagada de una izquierda liberal, latía un volcán de pequeñas repúblicas revolucionarias y de poderes que se ejercían a punta de fusil, con su séquito de violencias y de asesinatos, un volcán de fuerzas heterogéneas, hostiles unas a otras.

No hay mejor testigo de lo primero que Manuel Azaña. Tentado por el abandono ya en 1936, después de comprobar que la crueldad y la venganza, "hijas del miedo y la cobardía", también definían su propio campo, el presidente de la Segunda República vivió paralizado, sitiado en Barcelona, los sucesos de mayo. Leyendo sus diarios se da uno cuenta de la gravedad de la guerra civil para aquellos a quienes no les parece la aurora de un nuevo día sino el crepúsculo del anterior. En su cuaderno de la Pobleta, 20 de mayo de 1937, refiriéndose al histérico espectáculo revolucionario que le ha ofrecido la ruidosa Ciudad Condal, escribe: "Aquí no queda nada: gobierno, partidos, autoridades, servicios públicos, fuerza armada: nada existe."

Testigo de lo segundo: Orwell. Tras el liberal que ha querido gobernar con un buen discurso, el último romántico. Los días del fascismo están en su apogeo. Orwell no lo duda ni un segundo. Si viaja a España como miliciano es para luchar "contra el fascismo". Si se le pregunta por qué, contesta: "por simple decencia". Pero, después de la persecución que sufre en Barcelona, como miembro del POUM , vuelve a Londres con la convicción de que la guerra civil española es un fraude. Orwell sabe bien lo que dice. Es uno de los rarísimos intelectuales comprometidos del siglo que es capaz de ver y que coloca la realidad por encima de la abstracción. Siguiéndole, escuchamos los pistoletazos de una sindical contra otra y descubrimos parte del papel desempañado por el partido comunista, que tras la máscara de la autoridad pública y el orden republicano efectúa la conquista del poder y la confiscación de la libertad. Siguiéndole, vemos cómo se deshace el resorte político del antifascismo y cómo los servicios soviéticos crean un doble fondo de prácticas policíacas, con sus procedimientos, sus agentes, sus prisiones independientes del Estado. Toda la represión que liquida a los revolucionarios del POUM y quebranta el entusiasmo anarquista después de las sangrientas jornadas de mayo de 1937 llevaría el inconfundible sello comunista: las acusaciones, la falsificación de testimonios, las confesiones obtenidas por medio de la tortura, los asesinatos.

No se trata – un ejemplo – de elevar el asesinato de Nin , líder del POUM , al grado de mayor crimen de la guerra civil. Se trata – por seguir con el mismo ejemplo – de no repetir el desinterés respecto de la verdad que mostró el jefe de gobierno Negrín cuando a la pregunta de su ministro Irujo "Nin no ha aparecido", contestó: "¿Qué importa? Es uno más." Se trata de no borrar el rostro de la guerra en el bando republicano bajo un amplio y único colorete de pasiones democráticas.

Antes, los que no aprendían de la historia tenían que repetirla, pero eso fue así solo hasta que descubrimos la forma de convencer a todo el mundo, incluso a nosotros mismos, de que la historia nunca sucedió. O de que sucedió de la manera más conveniente a los propios fines. O, mejor aún, de que la historia no importa, en cualquier caso, más que para hacer un discurso de bajo nivel intelectual con el que dar un ladrillazo al adversario político o prolongar el exabrupto victimista.

Época extraña la que vivimos hoy en España. Dondequiera triunfan las filosofías del doble pensamiento, y con ellas, ese romanticismo de mala ley que prefiere sentir a comprender, como si ambas cosas pudieran separarse. Época en la que la izquierda intelectual y política denuncia el fascismo del pasado y reviste al comportamiento totalitario de Otegi y compañía con los halagos de la urna electoral. Época de doble moral, doble palabra. Época, en fin, de maltrato de la inteligencia, en la que se manipula el pasado y se nos hurta el presente, en la que hemos visto cómo el presidente del Gobierno, al igual que Negrin en 1937 , puede dedicarse al servicio de la ignorancia cuando es profunda la necesidad de ilusión.

PUNTO DE MIRA: "Chantaje y lastre de la socialdemocracia" Por Enrique de Diego

PUNTO DE MIRA: "Chantaje y lastre de la socialdemocracia"  Por Enrique de Diego

CHANTAJE Y LASTRE DE LA SOCIALDEMOCRACIA

El proceso que va desde el intento de exterminio a la depredación sistemática de las clases medias se inicia tras la segunda guerra mundial. Mezcla de chantaje mediante la amenaza comunista y de hábil coartada moral manteniendo la especie de la intrínseca injusticia de la fórmula de liberalización económica denominada capitalismo. El socialismo, que nunca antes había sido democrático, salvo como posibilismo, se ofreció como legitimador ante al riesgo totalitario. Frente a las democracias populares, había de marcharse por la senda de las democracias sociales o socialdemocracias; frente a la depredación y el genocidio, la expoliación. Era preciso administrar dosis elevadas de intervencionismo, de coacción estatal, de violencia legal desde las instancias administrativas, penalizando la iniciativa y haciendo gravoso el ejercicio de la responsabilidad. Había que mantener, para ello, a las clases medias amedrentadas. Frente a la evidencia, de los beneficios de la libre iniciativa, el socialismo se aprestó a sostener de continuo la ética superior del intervencionismo sobre la iniciativa personal, dañada de raíz por el afán de lucro, haciendo pervivir la vieja acusación comunista. El capitalismo era eficaz pero injusto o, como se ha repetido hasta la saciedad, era capaz de generar riqueza pero no de redistribuirla. El socialismo sostenía, de esa forma, una curiosa dicotomía, una absurda antinomia entre ética y eficacia, como si fuera posible una ética ineficiente, como si provocar miseria -es lo que han hecho siempre- fuera moral. Las clases medias siempre han partido con un hándicap. No han tenido tiempo para disquisiciones retóricas. Se han dedicado a resolver problemas, no a crearlos. Han estado siempre demasiado ocupadas en trabajar, en sacar adelante sus familias, sus profesiones, sus negocios y sus sociedades. Al tiempo, han respetado las buenas intenciones de sus críticos. Han dado por supuestas, aunque no las entendieran, ni compartieran, sus proclamadas altas motivaciones, siempre erigiéndose en representantes y portavoces de los trabajadores, de los desheredados, de los pobres. La proverbial ingenuidad de las clases medias les ha hecho incapaces de sospechar que se trataba, lisa y llanamente, de vivir a su costa, de parasitarlas. Como ellos nunca han querido explotar a los demás, les ha parecido inconcebible que quisieran explotarles a ellos y, mucho menos, que para ello pudiera utilizarse la moral como subterfugio. Además, los miembros de las clases medias, partidarios de la racionalidad y la ilustración, tendieron a respetar ese discurso hegemónico que, desde la catedocracia se aventaba de continuo, con el que se les acusaba de la responsabilidad de cuantos males sucedían en el mundo y de cuantas injusticias quedaban sin resolver. Al fin y al cabo, la idea más cara a la izquierda, la más originaria es que el burgués es, por definición asesinable, e incluso que el homicidio en masa formaba parte del sentido de la historia. Ahora los socialistas estaban dispuestos a acomodarse y a revestirse con los ropajes del perdonavidas. El socialismo adquirió, de esa forma, las características de un peaje, una especie de indulgencia laica para, mediante la intervención estatal, tranquilizar las inquietas conciencias de las clases medias, cuyo afán de lucro continuaba siendo, por de pronto, un pecado original, en el que recaían de continuo. El comunismo se mantenía, además, como el fantasma amenazante. Las democracias se infectaron de intervencionismo, de comunismo, como un salvoconducto. La libertad se trocó en concesión del Estado. La depredación se legalizó y se sistematizó. Leviatán creció sin tregua respetando los ritos democráticos, alimentándose de un humus de complejos de culpa esotéricos. Fueron nacionalizados sectores enteros fagocitados bajo el apelativo de estratégicos. La socialdemocracia se ofrecía como bálsamo, mas nunca abandonaba la nostalgia de la sentencia de muerte universal, para evitar que se apagaran las brasas del síndrome de Estocolmo colectivo. Cada partido mantenía, en los archivos, su programa máximo y en los congresos no dejaban de escucharse los sones de La Internacional a cuyos acordes se había conducido a las fosas comunes a los emprendedores miembros de las clases medias. De cuando en cuando, se nacionalizaba algún sector, incluso el crédito, para que no se olvidara que la propiedad privada era un mal, menor, necesario, pero mal al fin y al cabo, causa última de toda injusticia. No hubo aspecto del programa comunista que dejara de ponerse en práctica: los impuestos se tornaron progresivos, penalizando el esfuerzo y desincentivando el trabajo, las fauces de Leviatán se cebaron en las herencias, castigando a los amorosos de sus vástagos y a los menos dilapidadores, se extendió el sector estatal en las industrias y se incidió en ese error, a pesar de sus inmediatos déficits, se estatalizó la enseñanza para inculcar en el alma de los niños la adoración al Estado y la legitimación del hurto organizado. La democracia devino en prebendaria. Cada vez más gente pasó a depender del Estado y a participar en la expoliación de las clases medias. El viejo caciquismo fue perfeccionado. Y mientras aquél podía haber sido tenido, sin duda, por indigno, mas justificado como forma voluntaria de redistribución de la riqueza, el nuevo pasó a hacerse a gran escala con dinero público; es decir, mediante la expoliación, utilizando ésta contra sus víctimas. Los programas de los partidos -sobre todo los denominados de izquierdas- se convirtieron en ofertas de depredación de unos sectores en beneficio de otros; en fórmulas, cada vez más laxas, de clientelismo y en un botín cada vez más amplio mediante una depredación fiscal cada vez más sistemática. El Estado se convirtió en el impulsor de la envidia y en el administrador del resentimiento. Quien menos trabajaba, más era protegido y mimado por el Estado. La socialdemocracia, mero lastre, retardatario del progreso, llegó a instalarse como un consenso del que participaron los partidos conservadores, con su lejano resentimiento aristocrático hacia las clases medias. El esquema precisaba que el comunismo funcionará y, simplemente, no funcionó. El comunismo había depredado los recursos naturales y había llevado el esquema parasitario a sus últimas consecuencias, a su reducción al absurdo: una nomenklatura, una exigua minoría pretendía, mediante el ejercicio de la represión, vivir del trabajo de la inmensa mayoría. Cuando la casta dominante, que había puesto en práctica niveles de explotación del hombre por el hombre antes nunca inventados, vio en riesgo su propia supervivencia, el sistema, herrumbroso e instalado en la mentira, quebró. Fue un cataclismo interno, una consunción. Lo fue también para la socialdemocracia, pues la privó de su mejor argumento. ¿Qué hacer? La parasitaria socialdemocracia se aprestó a defender sus cuarteles de invierno. Durante un tiempo deambuló angustiada por el escenario. Contaba a su favor que las víctimas se habían acostumbrado al expolio. Las castas, a sus privilegios. Vivir a costa de los otros se había convertido en un estilo: hurtar, mediante subterfugios legales, el dinero de los demás, eso es la izquierda y el progresismo. Tan perverso afán de lucro había ido adquiriendo la pulsión compulsiva de la fiebre del oro.

"Las oportunidades se pintan calvas" Por Sabomin

Para los votantes del PSOE y los que cayeron en la trampa del 12 al 14M sin estar informados:

Nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente tú hiciste lo que quisiste.  Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y ten el valor de empezar, corrigiendo tu futuro, resurgiendo de las cenizas de tu error.

No te quejes de tu situación o de tu suerte, enfréntala con valor y acéptala. De una manera u otra es el resultado de tu voto y prueba que no siempre has de ganar.

No te amargues de tu propia desgracia ni se lo cargues a otro, acéptalo ahora o seguirás justificándote como un niño para en las próximas elecciones volver a errar. Recuerda que cualquier momento es bueno para corregir y que ninguno será tan terrible como los que estos últimos años tuviste que vivir.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado así como la causa de tu futuro será tu presente. Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta mentiras, chantajes, de quien vivirá a pesar de todo, piensa menos en tus problemas y más en tu país y tus problemas morirán.

Aprende a nacer desde el error y a ser más grande que tú ombligo, mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte y dejarás de ser un títere en manos de cualquier iluminado ávido de poder, porque tú destino eres tu.

Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer. Tú eres parte de la fuerza de tu país, ahora despiértate, camina, decídete y no vuelvas a errar;
nunca pienses en la suerte, aprovecha tu próxima oportunidad.

PUNTO DE MIRA: "El baile de los Vampiros" Por Sabomin

PUNTO DE MIRA: "El baile de los Vampiros"  Por Sabomin Muchos españoles sospechábamos que lo que ZP denomina “proceso de paz”, no era otra cosa que un burdo chantaje de la banda terrorista al gobierno del 14M. Después del salvaje atentado de ETA en Barajas, la sospecha se ha tornado en convicción al negarse ZP a dar por concluido el “proceso”, continuando como si nada hubiera pasado y realizando nuevas concesiones a la banda. La liberación del asesino De Juana Chaos y la última chulería de Otegi, amparado por el Fiscal General, son los capítulos más recientes de este vomitivo proceso. Pero habrá más, y más graves, si nadie lo impide.

Algún día conoceremos las verdaderas razones de tanta condescendencia con ETA. De momento, nos atenemos a los hechos que conocemos y que cada uno extraiga sus propias conclusiones. Pero abrir, y mantener, un “proceso de paz” con una banda que no entrega las armas, sino que se rearma, que no renuncia a la violencia, sino que la ejerce salvajemente, que no pide perdón a las víctimas, sino que se mofa de ellas, es algo que no le cuadra a nadie bien nacido.

Uno de los aspectos más repugnantes de este indigno “proceso” es la afrenta que supone hacia las víctimas del terrorismo. Además de ser víctimas de la banda, ahora también son víctimas de un gobierno que, hurgando en sus heridas, les niega el escaso consuelo de ver a los asesinos pudrirse en la cárcel. Pero, como veremos, no son las únicas víctimas de este “proceso de paz”.

Se cumple ahora un año del inicio del “alto el fuego permanente” declarado por ETA. Tal como algunos sospechamos entonces, hoy sabemos que existían acuerdos firmados previos a la tregua. La destitución de Fungairiño, ejecutada el 1 de Febrero de 2006, es una evidencia de tales acuerdos. Hoy también sabemos que la salvajada de la T4 de Barajas fue un recordatorio al gobierno por el incumplimiento de parte de los acuerdos. Aún nos queda mucho por conocer de esos inconfesables acuerdos y, sobre todo, el por qué de ellos. Pero la concurrencia en el tiempo de determinados hechos, nos permite aventurar algunas teorías al respecto.

Desde el inicio del “proceso de paz” se constató que era ETA quien disponía el dónde, el cómo y el cuándo. De lo que nunca habló la banda, ni el gobierno, fue del cuánto. El gobierno nos dijo que no habría “precio político”, lo que, para el buen entendedor, significaba que sí habría “precio económico”. Era obvio. ¿De qué iba a vivir todo el aparato de una banda de asesinos si renunciaba a la extorsión?. Julen Madariaga, ex dirigente y fundador de ETA, planteó sin tapujos esta cuestión en declaraciones al diario francés Sud-Ouest, realizadas el 23 de Abril de 2006.

En la fase inicial del mal llamado “proceso de paz”, el bisoño ZP consideró que con dinero abundante y algunas concesiones menores de tipo político, lograría acallar a la banda. El problema era cómo camuflar ante la opinión pública los muchos millones de euros que exigía la banda asesina.

El recurso a los “fondos reservados” se descartó, pues ni eran suficientes para las exigencias de la banda asesina, ni eran tan reservados como algunos socialistas de antaño (Barrionuevo y Vera) creyeron. Existía la opción de pedírselo a algunas entidades bancarias afines al gobierno. Pero, claro, una cosa es condonar deudas al partido del gobierno y otra, muy distinta, es ser cómplices de una felonía que, de descubrirse, supondría la ruina de las entidades implicadas. Las pretensiones de ZP se rechazaron de plano por estas entidades.

La que lo tuvo más difícil para negarse fue La Caixa, habida cuenta de los favores recibidos del gobierno en la OPA de Gas Natural contra Endesa. Pero los pragmáticos catalanes vincularon tal “aportación” al éxito de su OPA, sabiendo que esta operación, tal como la había diseñado el charnego Montilla, estaba tocada de muerte. En efecto, el 20 de Abril de 2006 la Comisión Europea anunciaba la apertura de un expediente contra el gobierno de España a causa del Decreto que ampliaba las competencias de la C.N.E. para frustrar la OPA de la alemana E-On. Al día siguiente, 21 de Abril, el Tribunal Supremo suspendía cautelarmente el Decreto del gobierno que aprobaba la OPA de Gas Natural.

Había transcurrido ya un mes desde el inicio del “alto el fuego permanente” y el gobierno aún no sabía de dónde sacar el dinero para cumplir la parte económica de los acuerdos con ETA. La banda empezaba a impacientarse, así que era preciso encontrar dinero urgentemente, fuera como fuese.

Solbes, con experiencia acreditada en los casos RUMASA (era Secretario General Técnico con Miguel Boyer) y BANESTO (ya como Ministro de Economía y Hacienda), propuso continuar con la tradición psoetera del “asalto a la propiedad privada”, que tan buenos resultados les había dado, a ellos y a sus amiguetes. Había que elegir rápidamente la próxima víctima del “robo a lo legal”. Pensando, pensando…, Solbes recordó que, meses atrás, había tenido que parar los pies a una inspectora de la Agencia Tributaria, empeñada en cargarse dos de las mayores empresas españolas: Forum Filatélico y Afinsa.

La jugada se antojaba perfecta; no tenían una, sino dos víctimas y, además, una “tonta útil” que recibiría las tortas si todo salía mal. Dicho y hecho. Inmediatamente se cursaron órdenes a la Fiscalía, la cual, en un apresurado ejercicio de “copia y pega” de antiguas sentencias judiciales, elaboró unas querellas que sonrojarían a cualquier estudiante de Derecho. Las querellas, fechadas el 24 de Abril de 2006, apaciguarían la impaciencia por cobrar de la banda. De organizar el asalto, perpetrado el 9 de Mayo de 2006, se encargaría Rubalcaba, nombrado Ministro del Interior el 11 de Abril de 2006.

¿Hacían falta 300 policías, metralleta en mano, para detener a 8 ó 10 abueletes? Es obvio que no. La brutalidad de esta intervención respondía a otra razón: la sospecha de que en las cámaras acorazadas de Forum y Afinsa se guardaban ingentes cantidades de dinero negro. Por eso, el despliegue policial estuvo secundado por un centenar de funcionarios del servicio de vigilancia aduanera que, curiosamente, portaban bolsas de mano. La orden era entrar “a saco” en las cámaras acorazadas de estas empresas, meter en las bolsas todo el dinero que encontraran y largarse con él. Los 300 policías estaban allí para custodiar, sin saberlo, tan preciado botín.

Al no poder acreditar la legítima propiedad del dinero negro, las empresas tampoco podrían denunciar su robo. Desplumadas de su dinero, la quiebra de estas empresas estaría cantada, por lo que la querella de la fiscalía habría resultado “premonitoria”. Evidentemente, algo falló en las previsiones del gobierno. En las cámaras acorazadas de Forum y Afinsa sólo había sellos, muchos sellos, infinidad de sellos. ¡Qué putada! ¿Y ahora qué? ¿Querrá la banda cobrarse con estampillas?



Así las cosas, el gobierno tenía que encontrar “a posteriori” pruebas que justificaran tan descarada intervención. Además, necesitaban a alguien de su confianza que controlara el previsible aluvión de reclamaciones judiciales que se avecinaba. No parece casualidad, pues, que el día 16 de Mayo de 2006, Baltasar Garzón anunciara, desde EEUU, su precipitado regreso a la Audiencia Nacional. Entre él y su adjunto, Pedraz, controlarían este desaguisado gubernamental.

Había otro frente que controlar: la opinión pública. Así que el gobierno se encargó de “filtrar” a la prensa todo tipo de infundios y libelos para justificar el atraco. No satisfecho con ello, en un alarde de mala fe sin precedentes, no sólo atacaron a las empresas y sus directivos sino que, también, denigraron a los clientes, tildándolos de codiciosos, defraudadores, analfabetos y otras lindezas por el estilo.

400.000 familias vieron como sus ahorros e ilusiones se esfumaban de la noche a la mañana. El absoluto abandono al que les ha sometido el gobierno ha generado un drama social y humano sin precedentes, que terminará causando, si no lo ha hecho ya, más estragos que todas las bombas de ETA. Son las víctimas directas de un nuevo terrorismo, el del gobierno de ZP, que no repara en daños ajenos con tal de complacer a la banda de asesinos.

Mediante nuevas concesiones de tipo político, el gobierno conseguía de la banda una prórroga para el pago. La más clamorosa de estas nuevas concesiones fue la internacionalización del conflicto, aspiración largamente deseada por ETA, llevando el “proceso de paz” a debate en la Eurocámara el 25 de Octubre de 2006. Y para mayor ignominia, el día anterior la banda robaba 350 pistolas en Francia.

Entretanto se pergeña la “operación suéter”, perpetrada el 2 de Noviembre de 2006. La fecha elegida no parece casual, pues se trata de desviar la atención sobre los malos resultados en las elecciones catalanas. Los protagonistas, prácticamente los mismos: Agencia Tributaria, Rubalcaba, Fiscalía Anticorrupción, Garzón …. El método, idéntico: entrar a saco en las entidades (Banco Espirito Santo y BNP Paribas), con intención de causar el mayor daño posible, convocando para ello a los medios de “comunicación”.

Otra pifia más del tándem ZP-Rubalcaba. Creyeron que no pasaría nada al tratarse de entidades financieras extranjeras, pero se equivocaron nuevamente: el dinero no tiene patria y sus dueños tampoco. Llamada a capítulo por intentar apoderarse del dinero que les habían denegado meses atrás. Al día siguiente, comunicado de las entidades: de los 1.500 millones de euros que Garzón pretendía “bloquear”, el banco portugués dijo que fueron sólo 5´5 millones, y el banco francés dijo que “cero” patatero.

Tanta “incompetencia” sacó de quicio a la banda, quién, el 30 de Diciembre, en la T4 de Barajas, se encargó de recordarle a ZP su incumplimiento. Dos muertos más, daños por 50 millones de euros en las instalaciones, y centenares de personas que, aún hoy, siguen reclamando indemnizaciones por la pérdida de sus vehículos. Nuevas víctimas de Z-ETA-P, pues, en verdad, ya no sabemos a quién atribuírselas.

¿Quiénes serán los siguientes? ¿Cuándo me tocará a mí? ¿Vamos a seguir consintiendo tanta maldad? No puedo evitar recordar el poema de Martin Niemöller:

Cuando los nazis vinieron a por los comunistas,
yo guardé silencio, porque no era comunista.

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
yo callé, porque no era socialdemócrata.

Cuando se llevaron a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista.

Cuando vinieron a buscar a los judíos,
tampoco protesté, porque yo no era judío.

Hoy vienen a por mí. Pero ya es tarde.
No queda nadie para protestar.

El párroco que desafió a ETA

Domingo Urtasun Martínez, nacido en Arboniés hace 59 años, estudió con los Agustinos y en 1972 fue ordenado presbítero. Entre 1974 y 1997 trabajó en Nicaragua donde se enfrentó a Somoza. Hoy es el párroco de Mendavia. Hace unos días, al recoger el correo, encuentra sorprendido una carta de ETA exigiéndole más cooperación por la lucha de Euskal Herria.

Esta fue su contestación

(publicada en el Diario de Navarra el 23/05/2007). 

                                         A quien concierna

He recibido una carta sin remite y sin firma, a la que contesto públicamente, con la esperanza de que sea leída por los interesados. Mi primera impresión fue de sorpresa. Pero después de releerla detenidamente no dudé en pensar que lo que tenía en mis manos era un panfleto del más rancio corte estalinista. Esto se desprende ya desde el primer párrafo que dice literalmente: «Nos dirigimos a Vd. porque venimos constatando su inhibición y escaso interés en la defensa de la Iglesia Vasca». ¿Desde cuándo existe la «iglesia vasca»? ¿Quién es el fundador de tal iglesia? ¿Quiénes son sus autoridades? ¿En qué lugar de Euskal Herría residen?... No alarguemos inútilmente este interrogatorio. Yo he sido bautizado en la Iglesia Católica, que tiene su origen y fundamento en Jesucristo. Mi Obispo y el Papa son mis autoridades. Y todos mis esfuerzos están orientados en esa dirección. Por otra parte, ¿quiénes son Uds. para pretender «obligarme a trabajar más activamente por una Euskal Herría libre, soberana e independiente», como   afirman en su carta? Desde mi infancia aprendí que mi patria es España. En ella he crecido, en ella vivo y en ella espero morir, si Dios quiere. No estoy, en absoluto, por la labor de establecer nuevas fronteras, sino más bien por derribar muros y mugas que nos separen.

Tienen la desfachatez de señalarme algunas tareas, como por ejemplo: . Señores míos, ¿de verdad que hablan en serio?, ¿Estarían dispuestos a aceptar que el cura pusiera los nombres a sus hijos? No me lo puedo creer. Para darle consistencia a tan absurda proposición citan «el comportamiento ejemplar de muchos curas patriotas». Yo pensaba que este lenguaje obsoleto y arcaico, y este afán por promover «iglesias patriotas», sólo se daban en la extinta Unión Soviética y en los países de su órbita comunista, sin excluir la China de Mao Tse-Tung. Esto me suena a manual de Marxismo-Leninismo para principiantes.

Finalmente, su atrevimiento llega hasta «pedirme, también, el voto para H.B. ¡Qué más da cómo nos llamen los fascistas!» Pues va a ser que no. Sería lo último que se me pudiera ocurrir. ¿Cómo voy a votar por quienes no son capaces de condenar la violencia que asesina indiscriminadamente, y no sienten ningún escrúpulo al profanar los humildes monumentos que el pueblo erige en recuerdo de las víctimas del terrorismo, como acaba de suceder en Berriozar con el monumento a Francisco Casanova, a quien me correspondió enterrar? Es como volver a asesinarlo de nuevo. De verdad que no me resulta ilusionante colaborar con sujetos de semejante catadura moral.

Domingo Urtasun, párroco de Mendavia